Miles de entrerrianos atraviesan a diario la provincia para trasladarse a su trabajo o a su lugar de estudio. A su vez, la industria agropecuaria necesita, para abaratar sus costos, un medio de transporte seguro, económico y ecológico como el ferrocarril. Un panorama de la situación.
Desde la semana pasada, uno de los colectivos de la Empresa San José, que recorre diariamente el trayecto Concepción del Uruguay-Paraná, circula sin calefacción. Este cronista comprobó el frío polar que se padece en el viaje, y la pobreza del servicio de la empresa, que es una de las tantas subsidiarias del gigante monopólico Flechabus. En esas condiciones viajan docentes, empleados públicos, policías, peones rurales, trabajadores de la construcción, entre otros. Hasta ahora, el ferrocarril que fue anunciado por lo menos tres veces, solamente circula algunos fines de semana, y la mayoría de las veces ha descarrilado.
La única empresa de colectivos que circula por la provincia, que no es propiedad de Flechabus, es Jovi Bus. Sus dueños, los hermanos Vitasse, vienen denunciando desde hace años las extorsiones a las que son sometidos. Colectivos puestos a la misma hora que Jovi a mitad de precio, refuerzos que circulan prácticamente sin pasajeros, promociones imposibles de igualar, entre tantas maniobras. A pesar de ello, y de la falta absoluta de regulación por parte del Estado, su servicio es ampliamente superior al que brindan las empresas de cabotaje del pulpo monopólico. De todos modos, el problema de fondo es otro.
Menemismo de ayer y hoy
Todo lo que no pudo hacer la dictadura lo completó el menemismo. Uno de los mandatos más viles que cumplió el actual candidato a senador por el kirchnerismo riojano y sus socios en las provincias, fue destruir la industria ferroviaria. Lo fundamental fueron los puestos de trabajo. Es emblemático el caso de Basavilbaso, ciudad ferroviaria por excelencia, con cientos de despedidos. Otro de los aspectos más terribles fue el aislamiento al que fueron sometidos algunos pueblos del interior. En ese sentido, la parodia de reactivación ferroviaria que promocionó en reiteradas oportunidades con bombos y platillos Urribarri, con Carlos Molina como cara visible, es de una irresponsabilidad enorme. Ante todo, porque se juega con las ilusiones de muchísima gente que hoy no puede salir de su pueblo en los días de lluvia, por dar un ejemplo. Si no hay un servicio por día, en condiciones dignas, el ferrocarril no sirve a los trabajadores, no resucita a los pueblos fantasma, y es poco lo que hace por la industria, que podría bajar mucho los costos de transporte. Sin inversión, atando todo con alambre, esto es imposible de conseguir.
Efectos secundarios
Lo más triste del asunto, es que más allá de la ventaja que representa para la economía de los trabajadores y los productores, el ferrocarril tiene otras ventajas. Descomprime las rutas que se encuentran atestadas de camiones que causan infinidad de accidentes por día en nuestra provincia, y arruinan el asfalto por la saturación. Además de más seguro, es un transporte ecológico, y que tiene mucho más poder de carga que cualquier acoplado. Lógicamente, traslada muchos más pasajeros que cualquier colectivo. Puede combinar la carga con el transporte, lo que lo hace más práctico. Podríamos hacer una lista eterna.
El verso de lo posible
La gran excusa del gobierno provincial está tomada del gran relato kirchnerista que sostiene que: lo que se hace “es lo posible”, y que lo que falta es “lo que hay que profundizar”. Este doble discurso tiene fisuras enormes, grietas imposibles de emparchar, que es importante poner en evidencia. Como primera medida, resulta poco creíble que los mismos cómplices del menemismo, que ahora se inventan un pasado comprometido y una ideología progresista de bolsillo, sean los que vayan a llevar adelante estas transformaciones verdaderamente revolucionarias. De hecho, llevan ocho años de crecimiento económico in-interrumpido. Si no lo han hecho hasta ahora, difícilmente lo hagan con la crisis que hay en puerta. Finalmente, si quisieran excusarse por la falta de recursos, está el gran tema de la deuda externa. Esa estafa que se lleva la plata de nuestros comedores, de nuestros sueldos, de nuestras necesidades, para la usura internacional. Y por si esto fuera poco, está el pequeño, mucho más local, tema de la coparticipación federal. La política de servidumbre incondicional de Urribarri a Cristina no alcanza para recibir los fondos que legítimamente le corresponden a la provincia.
El tema del transporte no se agota en estas líneas, y da para muchas otras aristas como el precio desorbitado del transporte urbano y su servicio deficiente. Quedará para una próxima nota. Sea como sea, seguiremos denunciando la triste situación que vive el pueblo entrerriano, cada día, cuando vive la Odisea de circular por las cuchillas y lomadas de nuestra verde y maltratada tierra.
La única empresa de colectivos que circula por la provincia, que no es propiedad de Flechabus, es Jovi Bus. Sus dueños, los hermanos Vitasse, vienen denunciando desde hace años las extorsiones a las que son sometidos. Colectivos puestos a la misma hora que Jovi a mitad de precio, refuerzos que circulan prácticamente sin pasajeros, promociones imposibles de igualar, entre tantas maniobras. A pesar de ello, y de la falta absoluta de regulación por parte del Estado, su servicio es ampliamente superior al que brindan las empresas de cabotaje del pulpo monopólico. De todos modos, el problema de fondo es otro.
Menemismo de ayer y hoy
Todo lo que no pudo hacer la dictadura lo completó el menemismo. Uno de los mandatos más viles que cumplió el actual candidato a senador por el kirchnerismo riojano y sus socios en las provincias, fue destruir la industria ferroviaria. Lo fundamental fueron los puestos de trabajo. Es emblemático el caso de Basavilbaso, ciudad ferroviaria por excelencia, con cientos de despedidos. Otro de los aspectos más terribles fue el aislamiento al que fueron sometidos algunos pueblos del interior. En ese sentido, la parodia de reactivación ferroviaria que promocionó en reiteradas oportunidades con bombos y platillos Urribarri, con Carlos Molina como cara visible, es de una irresponsabilidad enorme. Ante todo, porque se juega con las ilusiones de muchísima gente que hoy no puede salir de su pueblo en los días de lluvia, por dar un ejemplo. Si no hay un servicio por día, en condiciones dignas, el ferrocarril no sirve a los trabajadores, no resucita a los pueblos fantasma, y es poco lo que hace por la industria, que podría bajar mucho los costos de transporte. Sin inversión, atando todo con alambre, esto es imposible de conseguir.
Efectos secundarios
Lo más triste del asunto, es que más allá de la ventaja que representa para la economía de los trabajadores y los productores, el ferrocarril tiene otras ventajas. Descomprime las rutas que se encuentran atestadas de camiones que causan infinidad de accidentes por día en nuestra provincia, y arruinan el asfalto por la saturación. Además de más seguro, es un transporte ecológico, y que tiene mucho más poder de carga que cualquier acoplado. Lógicamente, traslada muchos más pasajeros que cualquier colectivo. Puede combinar la carga con el transporte, lo que lo hace más práctico. Podríamos hacer una lista eterna.
El verso de lo posible
La gran excusa del gobierno provincial está tomada del gran relato kirchnerista que sostiene que: lo que se hace “es lo posible”, y que lo que falta es “lo que hay que profundizar”. Este doble discurso tiene fisuras enormes, grietas imposibles de emparchar, que es importante poner en evidencia. Como primera medida, resulta poco creíble que los mismos cómplices del menemismo, que ahora se inventan un pasado comprometido y una ideología progresista de bolsillo, sean los que vayan a llevar adelante estas transformaciones verdaderamente revolucionarias. De hecho, llevan ocho años de crecimiento económico in-interrumpido. Si no lo han hecho hasta ahora, difícilmente lo hagan con la crisis que hay en puerta. Finalmente, si quisieran excusarse por la falta de recursos, está el gran tema de la deuda externa. Esa estafa que se lleva la plata de nuestros comedores, de nuestros sueldos, de nuestras necesidades, para la usura internacional. Y por si esto fuera poco, está el pequeño, mucho más local, tema de la coparticipación federal. La política de servidumbre incondicional de Urribarri a Cristina no alcanza para recibir los fondos que legítimamente le corresponden a la provincia.
El tema del transporte no se agota en estas líneas, y da para muchas otras aristas como el precio desorbitado del transporte urbano y su servicio deficiente. Quedará para una próxima nota. Sea como sea, seguiremos denunciando la triste situación que vive el pueblo entrerriano, cada día, cuando vive la Odisea de circular por las cuchillas y lomadas de nuestra verde y maltratada tierra.
Santiago Joaquin García
Publicado por Río Bravo, el 08 de julio de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario